viernes, 29 de abril de 2016

"No es un desaparecido, es la prueba fehaciente del horror”

Los restos de Juan Olivera, esposo de la militante Mabel Montero, fueron identificados. Los peritos ya devolvieron sus identidades a 48 víctimas del terrorismo de Estado que fueron arrojados en el Pozo.

“Juan Manuel Olivera dejó de ser un desaparecido para ser una prueba fehaciente del horror”. Mabel Montero recibió el lunes el llamado que había esperado durante 40 años. Iba en un auto camino al “Pozo de Vargas” cuando le avisaron que los restos de su esposo Juan habían sido rescatados e identificados de esa fosa clandestina de inhumación. Con este caso ya suman 48 los desaparecidos durante el terrorismo de Estado cuyos vestigios fueron hallados allí.

La referente de la organización Madres de Plaza de Mayo-Línea Fundadora de Tucumán recordó que su marido había sido secuestrado el 18 de octubre de 1976. Nada supo de él hasta que, en 2010, durante el juicio “Jefatura I”, el testigo Juan Carlos Clemente aportó una lista de víctimas que habían pasado por ese centro clandestino de detención. En el renglón 173 estaba escrito a máquina el nombre de su ser querido y al lado la espeluznante abreviatura “DF” (destino final o disposición final). 

Padre de dos hijos, Olivera militaba en Montoneros, estudiaba en la UNT, era trabajador estatal y también de la empresa Xerox. “Siempre le hecho la culpa a la empresa. Porque se lo llevaron cuando salió a hacer un depósito. Nunca supieron contestarme si hizo o no el trámite. Como era muchísimo dinero, quisieron decir que sus compañeros se lo llevaron o que él se fue con la plata. Ahora está la prueba de que no fue así”, apuntó Montero a LA GACETA. La mujer buscó las palabras para describir lo que había sentido cuando supo la noticia. No las encontró. “Cuando sonó el teléfono, pensé que me pedirían que contenga o acompañe a algún familiar. No imaginé que esta vuelta Dios se había acordado de mí”, agradeció sollozando.

Una gota, la identidad

Con la voz quebrada, Montero reivindicó los juicios por delitos de lesa humanidad. “Son la historia que vivimos, les guste o no. Hubo un magnicidio, lo más horroroso. Cercenaron la vida”, lamentó. 

Añadió que el hallazgo de su ser querido no implica que dejará de pelear. “Esto recién comienza. Seguiremos luchando hasta que sean condenados los últimos militares, eclesiásticos y civiles”, advirtió. Subrayó que para las identificaciones es clave que los familiares de víctimas entreguen una muestra de sangre, para que los especialistas tengan con qué cotejar los restos que se vayan encontrando. 

La presidenta de la Asociación Familiares de Desaparecidos de Tucumán (Fadetuc), Virginia Sosa, explicó que el trámite es gratuito. “Invitamos a los familiares a acercarse. Si no se animan a venir a las reuniones, podemos ir a verlos a sus casas. Estamos en contacto con el equipo que hace la extracción y los pueden ir a ver si, por ejemplo, son del interior”, añadió. El teléfono para comunicarse con ella es 156073370 y el lugar de encuentro, Piedras 251. Mientras que Montero afirmó que también pueden acudir a ella, llamando al 3816459899 o concurriendo a su oficina en el ex predio Ferial. 

La toma de muestras, a cargo del Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF), se efectúa en el contexto de la Iniciativa Latinoamericana para la Identificación de Personas Desaparecidas. El análisis también se tramita en la Secretaría de Derechos Humanos (subsuelo de la Casa de Gobierno).

“Se están extrayendo muchos restos del Pozo, todos los lunes. También tenemos las cajas con los restos carbonizados del Arsenal, a la espera que surja la tecnología que nos permita determinar de quiénes son. Nos faltan las gotitas de sangre”, instó Sosa. Agradeció, por otro lado, la contención de los peritos del Camit: “nos acompañan, es muy duro presenciar las medidas (de extracción de restos del Pozo)”. Comentó que hace un mes un rayo dañó el ascensor que usan los especialistas para bajar a las entrañas del Pozo, pero afirmó que está pronto a ser reparado.