jueves, 29 de agosto de 2013

Otros tres desaparecidos recuperan su identidad en Pozo de Vargas

Marta Azucena Castillo, del estudiante Emilio Antonio Ybarra y del obrero ferroviario de Tafí Viejo Roque Marcelino Brizuela

El Equipo Argentino de Antropología Forense confirmó la identificación de los restos de la socióloga Marta Azucena Castillo, del estudiante Emilio Antonio Ybarra y del obrero ferroviario de Tafí Viejo Roque Marcelino Brizuela.

El Equipo Argentino de Antropología Forense confirmó la identificación de tres personas que fueron secuestradas entre 1976 y 1977. Los restos se habían hallado en Pozo de Vargas, es decir que ese lugar funcionó como fosa común durante ese periodo de tiempo.

La noticia la dio a conocer ayer Juzgado Federal Nº 2 a cargo del Juez Fernando Poviña. El Equipo Argentino de Antropología Forense, dentro del marco de los autos caratulados “Romero Enrique Fernando s/denuncia” Expte. 140/02, hizo entrega de los resultados genéticos alcanzados por el laboratorio genético EAAF-LIDMO en relación a las muestras óseas pertenecientes al conjunto de restos óseos exhumados.

Se trata de los restos de la socióloga Marta Azucena Castillo, del estudiante Emilio Antonio Ybarra y del obrero ferroviario de Tafí Viejo Roque Marcelino Brizuela. En los tres casos se trabajó sobre el perfil obtenido de la muestra de un fragmento de fémur derecho.

MARTA AZUCENA CASTILLO
Tenía 29 años y era socióloga. Trabajaba en el Instituto Provincial de la Vivienda (IPVU), hasta que en el año 1975 fue cesanteada por el Gobernador Carlos Arturo Juárez. Siguió trabajando como docente, prestando servicios en la Escuela del Aibal, Departamento Figueroa hasta diciembre de 1976. En ese momento el IPVU llama a concurso para cubrir el cargo que Marta Castillo había ocupado hasta ser cesanteada. Se presenta y gana el concurso, pero es rechazada por un informe de la Policía (DIP) en el que la señalaban como “correo” de un grupo extremista. El 7 de febrero de 1977 sus familiares denuncian su desaparición.

Unos vecinos manifiestan que habían visto hombres sospechosos merodeando el domicilio de la familia Castillo, y que se fueron después de la desaparición de Marta Castillo.

En abril del mismo año estuvo detenida en el CCD Arsenal Miguel de Azcuénaga, de Tucumán, y fue trasladada a fines de 1977 al Penal de Mujeres de Santiago del Estero.

Hasta la fecha, permanece desaparecida.

EMILIO ANTONIO YBARRA
Detenido-Desaparecido el 13 de Marzo de 1976 en la ciudad de La Banda- Santiago del Estero.

BRIZUELA, ROQUE MARCELINO, 31 años casado - obrero ferroviario, Ferrocarril Belgrano, - desaparecido: 19 - 10 - 1976 – Secuestrado en Tafí Viejo. 

 Fuente: Tucuman Hoy

domingo, 25 de agosto de 2013

Nueva audiencia en el juicio contra represores en el marco de la Megacausa Jefatura II – Arsenales II

La primera testigo en declarar fue Josefa Nicolaza Oliva.
La violaron, torturaron y "dejaron deshecha mi vida"

Dijo en un testimonio escalofriante la testigo víctima Josefa Nicolaza Oliva, quien declaró ayer en el megajuicio contra represores. “Eran unos caníbales, te violaban, te agarraba uno, te agarraba otro y luego otro", relató en forma impactante.

Durante junio de 1976 se encontraba trabajando junto a otras personas en una finca cañera situada en Yacuchina, comuna rural “El Cercado”, Monteros. Al mediodía un grupo de militares ingresaron al lugar efectuando disparos interrogando y golpeando a los presentes y prendiendo fuego a los vehículos que estaban en el lugar. Posteriormente se llevaron detenidos al CCD de Santa Lucía. Allí Josefa Nicolaza Oliva fue brutalmente torturada y vejada por aproximadamente tres semanas. Luego fue trasladada a Jefatura de Policía, donde fue fotografiada y le asignaron un número. Tiempo después Josefa Nicolaza Oliva fue liberada en Monteros.

"Te tiraban arriba de ese camión como si fueras una bolsa de papa", contó sobre lo que padeció en su secuestro. “Eran unos caníbales, te violaban, te agarraba uno, te agarraba otro y luego otro", relató.

Josefa dijo que vio morir a alguien desangrado. También que a una mujer que estaba embarazada la dejaron ciega y cuando dio a luz la mataron. “Si vos hubieras dicho dónde está tu marido no te pasaba esto, le dijo Bussi y le dio un disparo”.

Con aberrante comportamiento los genocidas imputados comenzaron a reírse. La abogada querellante Inés Lugones pidió respeto. Por su parte el abogado defensor Maggio pidió pericias a la testigo.

"Era insoportable el olor a podrido", indicó Josefa en su escalofriante testimonio y agregó “si ustedes me dejaran yo mostraría mi cuerpo para que vean cómo quedé. Dejaron deshecha mi vida", dijo antes de retirarse y ser ovacionada por el público ante testimonio tan impactante.

Otro de los casos que se trató fue el de Joaquín Ariño, estudiante universitario, desaparecido el 3 de junio de 1977. Declaró su hermano Pascual quien aseguró que el imputado, ex policía, Chuchuy Linares le había dado información a sus padres sobre la desaparición de Joaquín. Linarez pidió la palabra, dijo que conoció a Pascual pero que no habló con sus padres.

También se abordó la causa sobre la desaparición de Luis Eduardo Falú, más conocido como "Lucho”, ocurrida el 14 de septiembre de 1976, era estudiante de Historia y militante de Juventud Peronista “fue asesinado por el propio Bussi (general Antonio Bussi) con su puño y con su pistola” según afirmaciones de su hermano José Ricardo Falú ministro de Gobierno de Tucumán en el año 2000, en los fondos del Arsenal “Miguel de Azcuénaga” en Tucumán, en 1976.

Por este caso declaró BM "soy víctima y sobreviviente del terrorismo de Estado", expresó en forma contundente. Contó que en junio de 1976 personas armadas con el rostro tapado ingresaron a su casa preguntando por ella.

Luego habló sobre las torturas que vivió en el CCD del Reformatorio. "Comenzó una experiencia terrible, de sensación de muerte” y añadió “me cuesta hablar sobre esta experiencia. Sobre esta experiencia yo cerré los ojos y bajé una cortina".

Respecto a sus interrogadores reconoció a "uno que se hacía llamar 'Vargas' y otro 'Pablo'”.

BM comentó que mientras estaba secuestrada le mostraron una 'tirilla' con fotos carnet de estudiantes universitarios, miembros del movimiento estudiantil. La obligaron a escribir una carta para su madre que decía que estaba detenida por un 'comando antiterrorista'”.

Antes de liberarla quisieron hacer un pacto con ella: liberarla y llevar a su hermana de 18 años. Ella se negó. Luego le dijeron que no haga denuncia, que no cuente lo que le había pasado, que sería vigilada. Tiempo después la citaron y se encontró en un bar con Vargas. La descripción coincidió con el imputado Varela, quien le hizo preguntas sobre Lucho Falú. Le dijo que vaya a su casa y arme una cita con él.

"Vos, creo que tenés tiempo, andate", le dijo BM a Lucho y éste le respondió que no se iría, que él no tenía militancia, ‘¿por qué me llevarían a mí?’, me respondió”.

En este sentido opinó que "era una presión contra la familia Falú, porque pensaron que los Falú se les habían escapado de las manos".

Por otro lado indicó que en el 'Reformatorio' reconoció la voz de OP, testigo que ya declaró en la causa. "Yo tenía 22 años y muchos sueños, que a pesar de todo no pudieron exterminarlos. Mis hijos y mis nietos quizás no tienen el mismo pensamiento que yo hace 40 años, pero esperan un mundo mejor, yo también”, destacó antes de retirarse entre aplausos.

"Se llevaron a mi tía en camisón y descalza"

Expresó en su testimonio María Mercedes Barrionuevo, sobrina de María Tránsito Barrionuevo. Tenía 31 años. Soltera. Argentina. Ama de casa. Secuestrada el 18 de mayo de 1977.

Mercedes contó que su padre fue preso político. Su tía llevaba adelante la causa de su padre. “En el 1976 fuimos una familia muy señalada", recordó. María Tránsito fue liberada en Tafí Viejo. "Teníamos que ser muy cuidadosos por temor de que pudiera volver a ocurrir".

"Mi suegra nunca más se acostó en una cama porque seguramente su hija no tenía una”

Dijo en su testimonio Amalia Beatriz González de Calabró, por la desaparición de Elda Leonor Calabró, apodada "Petisa” era abogada, tenía 38 años, soltera. Defensora de presos políticos. Militante en el peronismo combativo y auténtico. Secuestrada-desaparecida en la vía pública, en San Miguel de Tucumán, el 15 de junio de 1976.

Amalia contó que el día del secuestro, su esposo fue interceptado en la vía pública y se  llevaron a Elda que permanece desaparecida.

Además relató cómo los padres de Elda “entregaron dinero a todas las personas que les pudieran traer alguna información por mínima que sea".

En otro momento de su declaración dijo "ella desapareció, pero aquí mataron a toda la familia” y añadió "la mamá 'malvivió' esos 9 meses. Era un roble, pero la quebraron".

Tiempo después, por el testimonio de Raúl Elías, supieron que Elda Calabró estuvo detenida en Jefatura de Policía.

Fuente: Tucuman Hoy

domingo, 18 de agosto de 2013

Megacausa Jefatura II - Arsenales II Lo secuestraron junto a su padre: "nunca más lo ví"

Dijo en su testimonio Miguel Alberto Argañaráz quien fue secuestrado en 1977 junto a su padre Rosario cuyos restos fueron identificados en Arsenales y enterrados a principio de agosto de este año, luego de 35 años.

Uno de los testimonios más impactantes de la jornada del viernes fue el de Miguel Alberto Argañaráz, víctima de secuestro junto a su padre Rosario Argañaraz. Declaró que lo llevaron en un camión, junto a su papá (tenía 51 años) el 9 de enero 1977. Entre los captores había un policía que identificó como Víctor Gerardo Romano. Luego lo trasladaron a un lugar que parecía una escuela, con aulas, aunque ingresaron maniatados y vendados. Escuchó llantos de mujeres y disparos de armas de fuego.

En ese lugar (aparentemente el Ingenio Nueva Baviera) lo torturaron con 17 años, durante dos meses. Le preguntaban de donde "sacaban la plata", y también si estaban ligados al senador Dardo Molina. Estuvo dos meses en cautiverio y cuando se fue vio a su padre que luego, otros testimonios lo ubican trasladado a Arsenales según Alberto Augier). “Me largaron en marzo, antes hicieron despedirme de él. Nunca más lo vi".

El EAAF lo identificó en las fosas NN a Rosario Argañaraz a comienzo de 2012. A principio de agosto lo enterraron luego de 35 años.

Otro hermano del testigo Antonio Roberto Argañaraz también fue secuestrado en la casa de Simoca, el 10 de enero de 1977 y posteriormente liberado y arrojado moribundo en la ruta 9. Se incorporó por lectura el testimonio que brindó ante la Bicameral. Habló sobre la persecución que sufrió toda la familia y la desaparición forzada del padre, por ser agricultor autónomo, ligado al cooperativismo y sistemas alternativos de producción. "Los pobres eran sospechosos, sobre todo si tenían espíritu de desarrollarse". Finalmente el grupo de tareas de esa localidad les robó el tractor que no habían terminado de pagar.

Otros de los testigos de la jornada fue Carlos Pessa, por la causa de María Teresa 'Mori' Sanchez. Se conocían de la militancia peronista. Según figura en instrucción Mori era maestra diferencial. Vivía con su familia en la calle San Martín 1326, de San Miguel de Tucumán. La secuestraron el 2 de noviembre de 1976. A las 2.30 de la madrugada, fuerzas de seguridad ingresaron a la casa. Preguntaron Mori pero no estaba. Luego de esto los encerraron a los dos en su propia habitación, bajo llave El grupo de tareas se quedó en la casa toda la noche, por la mañana llegaron los hermanos a quienes también encerraron. Alrededor del mediodía llegó Mori de la escuela y el grupo la sorprendió. permanecieron en su casa hasta las 7 de la tarde.

Carlos, es médico, contó que el día del secuestro de 'Mori' también ingresaron a su casa. Pero él logró esconderse. Los secuestradores permanecieron allí hasta la madrugada. Igual situación ocurrió en la casa de Mori. El testigo contó que al día siguiente fue con su padre a presentar una denuncia. Los atendió Varela, le dijo que se vayan tranquilos y que él (Carlos) sería citado con posterioridad. Esa misma noche Carlos fue secuestrado de la casa de un amigo, fue llevado al Comando, donde lo torturaron. Le dijeron que 'Mori' había contado que él hacía curaciones a 'guerrilleros'.

Carlos fue trasladado a Jefatura, luego a Villa Urquiza y finalmente a Sierra Chica. Allí fue liberado.

Otro de los testimonios que se incorporó por lectura fue el de Eugenia Lorandi de Augier, esposa de sobreviviente Alberto Argentino Augier, impresionante relato sobre cuando reaparece Augier arrojado por las bandas de la muerte en Concepción. “Había adelgazado 18 kilos, con melena hasta los hombros y las cejas quemadas”.

Finalmente se incorporó por lectura el testimonio de Emma Jiménez de Giribaldi. Su hijo Osvaldo fue secuestrado y permanece desaparecido desde el 28 de mayo de 1976. Lo secuestraron en el Talar, donde trabajaba, y trasladado a Jujuy. Cuando su familia quiso averiguar de su paradero, un capellán les dijo que Osvaldo había sido trasladado a Tucumán donde fue “juzgado y fusilado”.

Las audiencias continuarán el jueves.
Fuente: Tucuman Hoy

sábado, 17 de agosto de 2013

Quedó detenido Esteban Sanguinetti, ex jefe de Milani


El Juez Federal Daniel Bejas dispuso procesarlo por la desaparición del soldado Ledo. Sanguinetti quedó bajo arresto domiciliario por su edad

TUCUMAN.- Un ex superior del actual jefe Ejército fue procesado hoy con prisión preventiva por la desaparición del soldado Alberto Agapito Ledo durante la última dictadura, y se ordenó buscar a los responsables directos de ese crimen por el que fue denunciado el actual comandante castrense, quien podría ser convocado a declarar.

El procesamiento dispuesto por el juez federal tucumano Daniel Bejas recayó en Esteban Sanguinetti, ex jefe de la Compañía Ingenieros de Construcciones que le ordenó al entonces subteniente Milani un informe sobre la supuesta deserción del soldado quien, según entiende ahora la Justicia, fue secuestrado y asesinado.

Sanguinetti declaró y quedó bajo arresto domiciliario por su edad, y ahora se lo procesó como "presunto responsable penal como partícipe del delito de privación ilegítima de la libertad y homicidio calificado, por omisión de los deberes especiales a su cargo, en perjuicio de Alberto Agapito Ledo".

El juez Bejas debe resolver ahora los pedidos de indagatoria a Milani, cuyo ascenso quedó en suspenso hasta diciembre por orden de la presidenta Cristina Fernández luego de que fracasó en el Senado un primer intento al conocerse estas denuncias por crímenes de lesa humanidad.

A instancias de Sanguinetti, Milani hizo un informe de ocho páginas donde relató circunstancias de deserción de Ledo, diciendo que en la noche del 17 de junio de 1976 "fugó del vivac que la subunidad tiene instalado en el Edificio de Construcción de Escuela de Comercio de la ciudad de Monteros".

En ese reporte de Milani se aseguró que, al fugarse, Ledo -un estudiante de historia- se llevó consigo una serie de elementos que se le habían entregado cuando ingresó como conscripto.
Los organismos de derechos humanos sostuvieron que "los sumarios de deserción fueron el modo de encubrir la desaparición de soldados durante el terrorismo de Estado".

Según el procesamiento, en la indagatoria Sanguinetti aseguró que dio la orden de hacer el acta de deserción y "esa orden recayó en el entonces Subteniente Milani convirtiéndolo en el oficial sumariante y responsable de la investigación profunda del caso y con la misión de dejar constancia por escrito de todo lo relacionado con ese hecho".

"No estábamos preparados para hacer trabajo de escritorio y es posible que el Subteniente Milani haya tenido que desplazarse a otro lugar para disponer de una máquina de escribir yseguramente de alguien que la operara (porque seguramente nosabía escribir a máquina) y es probable en consecuencia que sehaya demorado unas horas en su confección (...) El soldado Ledo para mí era un soldado más que yo no hubiese podido reconocer, porque como dije anteriormente tenía 150 soldados a mis órdenes", afirmó.

Según el juez, no puede sindicarse a Sanguinetti como autor material de la desaparición, por lo que "resulta pertinente recomendar al Ministerio Público Fiscal que profundice la investigación a efectos de poder determinar el modo como se produjo la desaparición forzosa de Alberto Agapito Ledo y para individualizar a los posibles responsables directos de la conducta delictiva".

"Corresponde analizar que Esteban Sanguinetti integraba una micro-estructura de poder que desarrollaba sus funciones al amparo de la vigencia en el país de un plan criminaldiseñado, planificado y ejecutado por las Fuerzas Armadas, quienes detentaban el poder estatal de facto, contra la población civil, y en particular, contra todos aquellos\as que eran discrecionalmente definidos como 'enemigos' del pensamiento político-ideológico que buscaba imponerse desde el gobierno de facto", añadió. (DyN)

viernes, 16 de agosto de 2013

"Nos dijeron que íbamos a 'inaugurar' el Arsenal"

Expresó SA, en su testimonio, ayer, en el marco de la Megacausa Jefatura II – Arsenales II. En su declaración identificó a varios de los integrantes que se encargaban de secuestros, torturas y a los que realizaban tareas de guardias.

Durante la jornada de ayer, en el marco de la Megacausa Jefatura II – Arsenales II declaró SA, a quien se le aplicó el Protocolo de Estocolmo, con el que se protege a víctimas de delitos sexuales en contextos de terrorismo de Estado, por lo que la sala del Tribunal Oral Federal fue desalojada de público y de los imputados. Tampoco puede reproducirse su nombre.

Era estudiante de arquitectura. Integraba, junto a dos compañeras, una célula de superficie del PRT-ERP. Según sus testimonio el 14 de abril de 1976 fue detenida, secuestrada, llevada al campo de concentración que funcionaba en la Escuela Universitaria de Educación Física de la Universidad Nacional de Tucumán.

Pocos días después fue trasladada a otro campo, que funcionaba en la Colonia de Menores, conocido como "El Reformatorio". Allí, después de varias sesiones de tortura, brindó a sus captores la identidad y el domicilio de quien era en ese momento su novio, Osvaldo Pérez. Éste era estudiante de Ciencias Económicas y militaba en el Grupo de Base Independiente, una organización estrechamente vinculada al PRT-ERP. También integraba la Comisión del Comedor Universitario y era compañero y discípulo de uno de los más importantes dirigentes estudiantiles del Tucumán de esos años, José “El Macho” Luna.

Pérez logró eludir a los represores por pocos días. Fue capturado en el Chaco, su provincia de residencia. Fue salvajemente torturado en la Jefatura de Policía de Resistencia y después llevado a Tucumán por una patota militar que viajó expresamente para conducirlo al Reformatorio.

La testigo manifestó en todo momento que ella estuvo secuestrada, y que no puede hablarse de “colaboración” en el contexto de encierro en un campo de exterminio, como era el Arsenal. Cuando nos trasladaron allí, nos dijeron que íbamos a ‘inaugurar’ el lugar”, relató. Al sobrevivir, dijo que vió pasar por ese CCDD alrededor de 1000 detenidos.

Estuvo casi todo el tiempo que pasó detenida, según contó, con su entonces novio, Osvaldo Pérez “el Chaqueño”. En su testimonio nombró a varios integrantes de la “patota” que realizaba los secuestros, a los torturadores y a los guardias que quedaban a cargo de los detenidos una vez que se retiraban “los de Inteligencia” (los interrogadores). Entre los secuestradores recordó a una persona que le decían 'Juanca', 'Soplete' González, gendarme Velardez (de Tafí Viejo).

“En el Reformatorio pude hablar con Ernestina Jackel y escuché nombrar a una señora embarazada de dos meses. También estaba otra a la que le decían comadre o panzona, a la que un tal ‘Indio’ sacaba a caminar. Ella decía que, cuando naciera su hijo, la iban a matar. No sé quién era, y podía ver nada porque nos ponían apósitos en los ojos”, dijo S.A.

Ya en el Arsenal, comentó, que supo de la muerte del soldado Toledo Pimentel. “Escuché hablar de que lo habían matado ahí adentro, y esa noche se descargaron la bronca con los demás detenidos”, aseguró. También relató que fue obligada a señalar a gente y a dar nombres. Una de esas personas, dijo, era N.C, una mujer que también declaró bajo el paraguas del Protocolo de Estocolmo por haber sufrido reiteradas vejaciones.

En ese centro de exterminio, según lo denominó, conoció a Ana Cantos, hermana de Germán Cantos, y a Freddy Carbonell, todos ellos desaparecidos. Vio al doctor Argentino Augier, que sufrió aberrantes torturas, como el enterramiento, y que es uno de los sobrevivientes que contó el horror que se vivía dentro del Arsenal.

También vio enterrados al Bombo Abat, a Yolanda Borda. En el Arsenal a Víctor Hugo Safarov, que tenía una gangrena en el brazo, “fue dejado morir sin atención”, dijo. Agregó que López Guerrero (imputado) era parte de la patota de civil. “Lo reconozco porque es arquitecto”.

La testigo se negó a contestar las preguntas de la abogada Laura Figueroa, con quien tuvo entredichos. “Yo soy una sobreviviente, lo prueba el hábeas corpus que presentó mi madre cuando me secuestraron”, insistió.

Durante su testimonio reconoció que fue desnudada y le colocaron picanas en sus genitales pero aclaró que no fue violada.

Causa Medina

Por otra parfte, luego de un cuarto intermedio, continuaron las audiencias en el TOF con la declaracion, de Asunción de Jesús Cerrizuela, su esposo Ángel "Lito" Medina quien fue secuestrado el 27 de septiembre de 1976, a los 29 años. Era casado. Trabajaba de empleado del Banco de la Nación y políticamente se desempañaba como secretario del Partido Comunista. Fue secuestrado de su domicilio en Tucumán.

Asunción contó que esa noche, estaban junto a su esposo, reunidos en su casa, cuando ingresaron muchos hombres armados. Dijo que encañonaron a toda la familia, cuando se llevaron a su esposo, 'Lito'.

La mujer hizo la denuncia, no se quiso retirar de la comisaría hasta que no le den una constancia. Vivía en Monteros.

La testigo expresó que habló con el entonces jefe de la policía, coronel Mario Albino Zimmerman, quien la mandó a Nueva Baviera para que hable con Arrechea. Cuando llegó éste no estaba y habló con otra persona que le dijo que 'ellos habían estado en Fronterita' la noche del secuestro de Lito. Me dijeron que vuelva a mi casa a cuidar a mis hijos, sino me pasaría lo mismo.

Recordó el testimonio del doctor Augier, quien en su declaración dijo que estuvo secuestrado con Lito en Arsenal. En este sentido Asunción sostuvo que habló con Augier cuando éste fue liberado y le manifestó: “cuando yo salí él seguía con vida".

Por esta misma causa declaró Julia del Carmen Medina Gutierrez, hermana de Ángel Alfonso Medina. “Mi hermano en primer lugar era militante. Estaba orgulloso de su militancia. Por él y por los 30.000 desaparecidos lo único que pido es Justicia".

Más tarde declaró Augusto Medina, hijo de Ángel. Tenía 12 años cuando secuestraron a su padre. Habló de la persecución que sufrió su familia durante el Operativo Independencia. "Teníamos que ir a la escuela mirando los autos de frente".

Sobre su papá dijo: “me enseñó a no claudicar en mis ideales. Comprendí la lucha, comprendí el amor a la gente, el amor a un pueblo" y agregó “a mi padre lo sacaron de la casa, esos seres que eran traidores a la patria, porque mi padre era patria” por eso "tienen que ir a cárcel común, son ladrones de vida, son asesinos".

Fuente: Tucuman Hoy

jueves, 8 de agosto de 2013

Caso Milani: quedó detenido el único imputado por una desaparición en el 76

Por RUBÉN ELSINGER - TUCUMÁN. CORRESPONSAL

El militar Esteban Sanguinetti, único imputado en la causa por la desaparición en 1976 del conscripto riojano Alberto Ledo, quedó detenido en Tucumán tras ser indagado ayer por el juez federal Nº 1 de esta provincia, Daniel Bejas.

Ledo hacía el servicio militar obligatorio en el Batallón de Ingenieros en Construcciones 141 de La Rioja cuando desapareció. La compañía en que revistaba,  cuyo jefe era Sanguinetti, se encontraba en misión en Tucumán, en ese momento en el marco de la Operación Independencia de represión a la guerrilla rural. La versión oficial sobre su desaparición fue que había desertado y el encargado del sumario correspondiente fue el entonces subteniente César Milani, hoy jefe del Ejército.

Tras la declaración de Sanguinetti, el magistrado dispuso el secreto del sumario hasta resolver la situación procesal del imputado, al que se concedió la detención domiciliaria por razones de salud. Sanguinetti, de 71 años,  había designado defensor  luego de enterarse el 23 de julio, al retornar de España de que pesaba sobre él una orden de restricción de salida. Designó entonces como su abogada a la defensora pública federal Carolina Cuenya, se puso a disposición del juez y pidió infructuosamente la eximición de prisión.


Ver  cronología del ocultamiento e impunidad

Un importante documento sobre la desaparición de un soldado que firmó en 1976 el hoy controvertido jefe del Ejército, general de división César Milani, presenta incongruencias y extraños errores de fechas que tendrían que haber llamado la atención del juzgado federal de Tucumán, donde el expediente del conscripto estuvo inmovilizado.

Se trata nada menos que del acta de deserción del soldado riojano Alberto Agapito Ledo , estudiante universitario de historia, que habría sido asistente de Milani en Tucumán en 1976, dato que el general ha negado. Ledo, de 20 años, fue uno de los 129 conscriptos que desaparecieron, víctimas de la represión de la última dictadura. En casi todos los casos, el Ejército encubrió esos secuestros y desapariciones al presentarlos como fugas mediante sumarios por deserción fraguados.

Compañeros de Ledo afirmaron haberlo visto por última vez la noche del 17 de junio de 1976, cuando, junto al capitán Esteban Sanguinetti, jefe de la Compañía de Ingenieros de Construcciones, salió a hacer una recorrida en la ciudad tucumana de Monteros y no regresó.

Precisamente fue Sanguinetti quien, en el sumario que puede consultarse en la página del CELS, ordenó el 28 de junio de 1976 desde Monteros al entonces subteniente Milani, que se encontraba en la cercana Famaillá, que labre las actuaciones por la deserción de Ledo.

En la página 2, Sanguinetti agrega que el soldado falta sin causa justificada desde el 18 de junio.

    Milani firma en Famaillá la notificación de la orden al día siguiente, 29 de junio, "siendo las 18.30", pero en la misma hoja (pág. 1) ya informa a Sanguinetti que le eleva las actuaciones por deserción.

    Sin embargo, Milani comienza el acta el 29 de junio, "siendo las 10 horas" (pág. 5), es decir, ocho horas y media antes de recibir la orden que Sanguinetti le impartió.

    A todo esto, Sanguinetti no habría cumplido con el Código de Justicia Militar vigente entonces, que en el artículo 716 establecía que la deserción se consumaba cinco días y cinco noches después de la desaparición, por lo cual debió haber ordenado el inicio del sumario el 23 de junio, no el 28.

    Otra incongruencia: el sumario labrado por Milani incluye en su última foja (pág. 8) la "Orden del Día" del 29 de junio del Batallón de Ingenieros de Construcción 141 de La Rioja, en el que se da de baja a Ledo por desertor, pero, según una fuente militar, no se emplea allí la fórmula habitual, que incluye el día exacto de la baja, sino una de suma vaguedad: "Con anterioridad al 22 Jun 76, dese de baja al soldado.".

    El acta consigna que Ledo no sólo se llevó el uniforme que vestía, sino también una larga lista de elementos que le proveyó el Ejército y que no se hallaron entre sus pertenencias, como "una bolsa de completamiento, un plato hondo de acero inoxidable", un jarro, una cuchara, un tenedor y un cuchillo del mismo material, además de "una manta, un colchón neumático nuevo modelo y una bolsón portaequipaje", todo por valor de casi 18.000 pesos de entonces. Por supuesto, Ledo no tuvo oportunidad de llevarse nada.

El 4 de julio de 1976, su madre, Marcela, viajó a Tucumán para buscar noticias de su hijo y allí el Ejército le comunicó la deserción, que en realidad era una desaparición. Ella es la titular de las Madres de Plaza de Mayo de La Rioja.

Ayer, su hija Graciela Ledo, hermana de Alberto, tuvo que declarar a disgusto como testigo ante el fiscal de la Unidad de Derechos Humanos del Juzgado Federal de Tucumán, Pablo Camuña, cercano al gobierno nacional, a raíz de la denuncia que realizaron senadores radicales contra Milani. "Yo esperaba venir a declarar en la otra causa. Pedimos que se reactive la causa original [por la de la desaparición], que es lo que deberían haber hecho hace tiempo", afirmó. Graciela explicó que su hermano desapareció en Monteros luego de salir de recorrida con el capitán Sanguinetti: "Nos dijeron que se hizo desertor, algo que jamás vamos a creer. Esto fue una desaparición forzada". Hasta ahora, nadie en la justicia federal de Tucumán se animó a tomarle declaración indagatoria a Sanguinetti.

Megacausa- Jefatura II Arsenales II: Saber dónde están, nada más

Luchaban por un país mejor

“Nosotros, tus hermanos, estamos acá  y valoramos tu lucha. Hasta la victoria, siempre”, 
fue lo último que dijo María Eugenia Osores. La familia Osores fue la primera en declarar durante el día jueves. Sus testimonios fueron escuchados desde Buenos Aires por el sistema de teleconferencia. Sus palabras reivindicaron la militancia política, el deseo de construir un mundo mejor de muchos de los que fueron secuestrados, torturados y desaparecidos.

Carlos Raúl Osores tenía 26 años cuando fue secuestrado, los amigos le decían ‘el Petiso’ y vivía en el Empalme, Ranchillos, en el departamento tucumano de Cruz Alta. Los testimonios por su caso se empezaron a escuchar la semana pasada. Su esposa y su hijo, que tenía cuatro años cuando se llevaron a Carlos, fueron quienes comenzaron a contar esta historia. La historia de un hombre que estudiaba, trabajaba y militaba en el Partido Comunista, al que se llevaron de su casa un 17 de setiembre de 1976.

Esta semana se escucharon tres testigos más. María Eugenia, Eduardo y una tercera persona cuya identidad se preserva. Los tres recordaron que durante el mes de agosto de aquel año sufrieron dos violentos allanamientos. “Entraron y rompieron todo, preguntaban por armas y libros”, dijo Eduardo, hermano de Carlos. Contaron que la familia era perseguida, vigilada, que cuando secuestraron a Víctor Hugo González, compañero de militancia de los hermanos Osores, supieron que ya no estaban seguros. Fue entonces cuando Eduardo se fue a vivir a Buenos Aires.

Durante el primer allanamiento, los miembros de la familia Osores pudieron reconocer a Francisco Camilo Orse, al que conocían como ‘Pancho’. Esa noche no solamente dieron vuelta y rompieron todo, sino que, además, uno de los perpetradores violó en la cocina del domicilio a una de las mujeres que se encontraban en la casa. El testimonio de esta mujer, que en el momento de los hechos tenía 15 años, fue escuchado por el tribunal con la sala desalojada, como lo indica el Protocolo de Tratamiento a los Testigos Víctimas de Delitos Sexuales.

“Como será el miedo que teníamos que dormíamos todos juntos”,  dijo la testigo en medio del dolor de sus recuerdos. Luego, la casa de la familia Osores sufrió un segundo allanamiento. En este operativo lograron identificar a un policía de la zona llamado José Albornoz. Pero fue en el tercero, el del 17 de setiembre, cuando encontraron a Carlos durmiendo en la casa. Se presentaron como miembros de la policía y le ordenaron a Carlos que se vistiera, “no lo dejaron terminar de vestirse, se fue con una sola zapatilla”, recordó María Eugenia Osores. De este último operativo participó Mario Ferreyra, al que en la provincia se lo conocía como ‘el Malevo’.

“La comisaría de Ranchillos era parte de la estructura del terrorismo de Estado”, afirmó Eduardo en su declaración. Es que cuando la familia Osores fue a poner la denuncia en esa comisaría, vieron un Ford Falcon de color claro que salía de allí. Dentro del vehículo iba, con el torso desnudo, Carlos Osores. “Corríamos por detrás del auto, gritábamos que lo dejen”, dijo la tercera testigo de la mañana. Pero nada consiguieron.

Fue por el testimonio del doctor Alberto Argentino Augier por el que supieron que Carlos estuvo en el Centro Clandestino de Detención (CCD) que funcionaba en el Arsenal Miguel de Azcuénaga. El médico había declarado que habló con una persona que se identificó como ‘el Petiso’ Osores.

“Ya lo vamos a devolver”, le dijeron a la familia, pero Carlos nunca más volvió. “Él sigue vivo en mí y en mis hermanos”, dijo su hermana. “Como militante político reivindico a todos los compañeros militantes”, manifestó Eduardo, “Él luchaba por un socialismo, no por un capitalismo humanizado”, agregó antes de retirarse. Es que lo que para muchos es, aún hoy, un estigma, para esta familia es motivo de orgullo. El compromiso con la realidad, el sueño y el trabajo por los ideales, es el camino recorrido que hoy permite sentir que se puede alcanzar la justicia. “Luchaba por justicia, para un país mejor”, recordó María Eugenia.

José Albero Vitale, esposo de María Trinidad Iramaín, empezó hablando de quién era ‘Trini’. Dijo que era licenciada en Artes Plásticas y trabajaba en la Dirección de Turismo de la provincia. Que se habían casado en noviembre de 1973 y que juntos tenían dos hijos. Estos niños tenían dos y tres años cuando ‘Trini’ fue secuestrada el 24 de julio de 1976. Además, José contó que tanto él como su esposa tenían militancia política. Afirmó que, dada las circunstancias históricas y políticas que se vivía en aquellos años, era “poco digno el desinterés por asuntos tan importantes”. Aunque rescató la entrega de Trini, “tenía un fervor y un interés mayor que yo y una tendencia a realizar más generosamente lo que otros nos contentábamos con soñar”.

José recordó que después de la medianoche del 24 de julio un grupo de personas, que se identificó como policías, ingresó a su casa. Algunos de ellos entraron al dormitorio, donde él se encontraba durmiendo con su esposa y sus dos hijos. Lo tiraron al piso y, cuando José pidió que no se lleven a su mujer, lo ataron con los pañales de uno de sus hijos y lo golpearon.

Raúl Campero, el segundo testigo por la causa de María Trinidad, contó que aquella fecha llegó a su casa aproximadamente a las 3 de la madrugada,  El testigo, que era vecino de Trinidad y José, comentó que al bajarse de su automóvil una persona le dijo “rajá de acá”, por lo que él echó a correr. Entre diez y quince minutos después, vio que dos o tres vehículos se retiraron de la zona. Lo primero que hizo fue cerciorarse que en su domicilio, donde se encontraban sus hermanos que tenían militancia política, no había sucedido nada. Cuando se dirigía a la casa vecina, donde vivía un tío, el padre de José Vitale lo llamó y le dijo “acaban de llevarse a Trini”. Campero describió el dormitorio de donde fue secuestrada Trinidad “Estaba todo revuelto, dos criaturas llorando, era un momento muy difícil y Pepito (José Vitale) estaba con el torso desnudo y tenía un fuerte golpe en la espalda”.

María Trinidad Iramain fue trasladada al CCD en el Arsenal Miguel de Azcuénaga, donde fue cruelmente torturada. Allí fue vista e identificada por C. M., N. C., (testigos cuya identidad se preserva) y María Cristina Román de Fiad. Los testimonios coincidieron en que Trinidad, por el tiempo que permaneció detenida, le fue permitido andar sin vendas en los ojos. Que fue obligada a colaborar en las tareas de reparto de alimentos y limpieza de los baños.  Se supo también que a principios de octubre de 1976, aproximadamente a las 10:30 de la mañana, un grupo de prisioneros, entre los que se encontraba Trinidad, fueron separados y subidos a un camión. Que este camión anduvo un corto tiempo, se escuchó que frenaba y más tarde el tableteo de ametralladoras. ‘Trini’ permanece desaparecida.

Universidad Militarizada

Luis Fernando Rovetta fue parte de la Comisión Especial de Derechos Humanos de la Universidad Nacional de Tucumán (UNT). Esta Comisión realizó una investigación de la actuación de la UNT durante el terrorismo de Estado. Investigación que dio cuenta de lo que fue la ‘militarización de la UNT y que contó con documentos oficiales donde queda comprobada la complicidad de rectores y otras autoridades universitarias. Esos 94 biblioratos fueron sustraídos de su domicilio, según afirmó Rovetta. Allí estaban claramente expuestos los mecanismos de persecución a los docentes y estudiantes.

“Todo el cuerpo de delegados de la carrera de Bioquímica estuvo secuestrado en la Escuela Universitaria de Educación Física (EUDEF)”, afirmó Rovetta cuya declaración se escuchó durante la tarde del día jueves. “Se registraron 158 desaparecidos entre estudiantes y docentes”, confirmó el testigo que además aclaró que este número no es definitivo ya que existen muchas denuncias que se hicieron con posterioridad al cierre de su investigación (en el año 1986).

Habló además de otro centro de detención que funcionaba en la ‘Reserva de San Javier’, según especificó el testigo. De los periodistas cesanteados en canal 10, en el plantel docente, de las actividades de inteligencia no solo en las universidades sino también en las escuelas experimentales. Esto último se extendió incluso a la Escuela Normal Juan Bautista Alberdi.

“Hay restos de miedo todavía”, dijo Luis Rovetta, “En estas últimas fechas nos encontramos con personas que no quieren que se dé sus nombres”, afirmó.

Viernes 2 de agosto

En el domicilio de María Teresa Sánchez estaban su madre, su padre, una tía, su prima Angélica Salado y la empleada doméstica María Isabel Leal. Ese 2 de noviembre de 1976 María Teresa, o ‘Mori’ como le decían sus afectos, se había ido a estudiar a la casa de una compañera. Cuando volvió a su casa, pasado el mediodía, su familia no pudo verla. Solo supieron que ella llegó, solo la oyeron gritar.

Fotografía de Bruno Cerimele

‘Mori’ tenía 26 años, era maestra especial y estudiaba la carrera de psicología en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNT. Su prima, Angélica del Valle Salado, fue la primera testigo en declarar el viernes pasado. Ella y su madre habían estado en la casa de la familia Sánchez aquel 2 de noviembre. Su madre falleció la mañana del viernes, el mismo día que Angélica había sido citada como testigo por la causa de María Teresa. Angélica se sentó frente al tribunal decidida a contar lo que sabía. La verdad de lo que pasó, lo que sea que ayude a alcanzar la justicia. Luego se volvería a Catamarca, al funeral de su madre.

La madrugada del 2 de noviembre de 1976 un grupo de personas armadas, vestidas de civil y con el rostro cubierto, que se identificaron como policías, irrumpieron en aquel domicilio. Como no encontraron a ‘Mori’, encerraron a la familia en las habitaciones y se quedaron allí esperando que llegara. Esto ocurrió pasado el mediodía. Después de llevársela se quedaron algunas horas más hasta que decidieron marcharse y liberar a la familia.

Los testimonios de Angélica y de María Isabel Leal, que trabajaba en la casa ‘cama adentro’, fueron escuchados por el tribunal el día viernes. También Homero Alberto Sánchez, hermano de ‘Mori’, confirmó lo relatado por las testigos. Homero, al haberse enterado lo que estaba ocurriendo en el domicilio de sus padres, fue hasta allí y fue encerrado junto al resto de la familia. “A Mori ya se la habían llevado”, dijo el médico, “ellos se quedaron unas horas. Después nos dijeron que se iban y que pasado 15 minutos podíamos salir”, agregó.

Fue el testimonio del ex gendarme Antonio Cruz y de O.P. (testigo protegido) los que confirmaron que María Teresa Sánchez estuvo secuestrada en ‘el Arsenal’. Al día de hoy María Teresa Sánchez continúa desaparecida.

Las formas de desaparecer

La familia Cantos, una de las más numerosas de Santiago del Estero, dio un extenso y emocionante testimonio durante el viernes 2 de agosto. Ellos hablaron de Justicia, de Memoria, pero sobre todo de Verdad. “Queremos justicia, pero lo que más queremos es la verdad. Nuestra vida está incompleta”, dijo María de los Ángeles Petra Cantos. “Queremos que sean juzgados con el goce de sus derechos, con total justicia. Y que hablen”, manifestó a lo largo de su declaración.

María de los Ángeles era hermana de Germán Cantos. A Germán no le correspondía realizar el ‘Servicio Militar’. “Siempre nos llamó la atención que lo llamen, él había sacado número bajo”, aseguró la testigo. Y dada las inquietudes que esta situación les ocasionaba, pidieron asesoramiento. “Nos dijeron que si estaba en el Batallón iba a ser más seguro”, recordó Ángeles.

Pero fue precisamente de ese Batallón, el 141 de Santiago del Estero, de donde Germán Cantos desapareció. Su familia lo había ido a visitar en cuatro ocasiones. Pero el 5 de setiembre de 1976, le dijeron que Germán había salido de franco el día 3 y que todavía no había vuelto. Germán nunca salió, de eso ya no hay dudas. Un compañero de conscripción, de nombre José Iglesias, le dijo a la familia que aquel 3 de setiembre había visto a Germán, que lo tenían retenido porque a su ‘orden de salida’ le faltaba una firma, que acordaron que si salía antes que él se encontrarían en una conocida pizzería de Santiago. Germán nunca llegó a la pizzería, nadie lo vio salir del Batallón.

María de los Ángeles habló sobre las cartas que la familia recibió. En esas cartas se les hacía saber que Germán estaba en Tucumán, se les alimentaba la esperanza de volverlo a ver. “Vivir con la incertidumbre, con el miedo, ha marcado nuestra vida para siempre”, dijo la testigo. “Mi madre no pudo dormir una noche completa”, recordó. “Sintiéndonos hasta nosotros peligrosos, creo que de alguna manera es otra forma de desaparecer”, fueron las palabras de María de los Ángeles. El dolor, la esperanza y la necesidad de saber dónde está su hermano y dónde están sus primos fueron los sentimientos que quedaron claramente expresado a lo largo de su testimonio.

Juan Rubén Cantos tiene desaparecidos a su hermana Anabel y a sus primos, Germán y Luis. Juan vivía en Buenos Aires junto a Luis y a otros estudiantes más. Fue en aquel domicilio dónde el 22 de abril de 1977 un grupo de personas armadas ingresaron y sacaron a los cinco muchachos en los baúles de varios automóviles. Juan contó en la última audiencia de la semana pasada, que aquella noche los bajaron en un lugar que no conocía. Que allí fue torturado y escuchó los gritos de su primo. Que más tarde fueron liberados todos excepto Luis.

La búsqueda iniciada por la familia llevó a que a lo largo de estos años pudiera ponerse en contacto con O.P. (testigo citado con anterioridad), quien le confirmó que Luis había estado en el Arsenal Miguel de Azcuénaga. Además, fue Hector Justo, que declaró el 6 de junio en la Megacausa, quien habló con Luis Cantos cuando estuvo secuestrado en ese CCD. Cuando Luis supo que Héctor era vecino de una tía suya en la provincia de Tucumán, le pidió que le hiciera saber que tanto él como sus primos Anabel y Germán estaban allí.

El 19 de noviembre de 1976, alrededor de las 10 de la mañana, Anabel Beatriz Cantos de Caldera, salió a dar un paseo junto a su hijo de un año y ocho meses. Su esposo había desaparecido días posteriores al nacimiento de su hijo, en el año 1975. En ese momento la pareja vivía en la localidad de Famaillá, pero ante la desaparición de Hugo Miguel Caldera, Anabel decidió irse a vivir a la casa materna.

Aquel 19 de noviembre, en la ciudad de las Termas de Río Hondo, Analía Cortéz salía de trabajar y al cruzar por el parque vio a un bebé solo, en medio del sol. Cuando advirtió que estaba abandonado lo llevó a la policía. Analía, que también declaró ante el tribunal el viernes, contó que esa noche un hombre fue por su casa y le agradeció lo que hizo. Se trataba del abuelo del pequeño. Ese niño que fue secuestrado con su madre, Anabel Cantos, a la que no pudieron encontrar hasta el momento.

“Quisiera encontrarla, quisiera un pelo, una uña, algo que nos diga que podemos traerla a casa y no que esté donde otros decidieron. Llorarla en su tumba, despedirme, agradecerle”, dijo la última testigo de la jornada, Analía Cantos. Y es que ese es el fin último: encontrarlos. Ni venganza, ni odio. Solo Justicia, solo Verdad. Eso nada más.
Publicado por Gabriela Cruz el 5 agosto, 2013

domingo, 4 de agosto de 2013

Identifican los restos de Graciela Bustamante, médica asesinada en la dictadura

Trabajaba en la Terapia Intensiva del Hospital de Niños y fue secuestrada por la patota asesina al mando del genocida Antonio Bussi en abril de 1977.            

El Equipo Argentino de Antropología Forense identificó los restos de Graciela del Valle Bustamante, médica de Terapia Intensiva del Hospital de Niños de Tucumán, secuestrada al mediodía del 28 de abril de 1977, conducida al Departamento Central de Policía, donde fue vista todavía con vida en junio de ese año.
 
Graciela fue capturada por una patota al mando del genocida Antonio Bussi, junto a Ricardo Torres Correa, cuya esposa Adriana Mitrovich, había sido también secuestrada junto a Horacio Ferreyra, un día antes.
 
El 6 de junio de 1977, La Opinión publicó una información sobre la muerte en “un enfrentamiento” de “cuatro extremistas” en el límite de Tucumán y Santiago del Estero y se señalaba que uno había sido identificado como Ramón Ferreiro (a) Negro, que había participado en el atentado a un avión Hércules en la capital de Tucumán.
 
La verdad era otra, como tantas otras que se intentaron esconder. El “comunicado” fue una mentira atroz para ocultar un asesinato masivo. Adriana y Horacio estaban al borde de recibirse de arquitectos y fueron secuestrados una noche mientras estudiaban.
 
Graciela Bustamante había egresado como médica de la Facultad de Medicina de Tucumán con un promedio de 9,15. Y Torres Correa, marido de Mitrovich, a punto de recibirse de ingeniero, la había ido a buscar al Hospital de Niños en su auto, un Renault 6. Los restos del “hippie”, como se lo conocía, todavía no han sido encontrados pero podrían estar también en esa fosa común.
 
Los cuatro eran muy amigos y militaron en la universidad en agrupaciones cercanas al peronismo.
 
El expediente judicial recuerda el drama de los familiares de Graciela –y de los otros desaparecidos– en una búsqueda desesperada e infructuosa. Hábeas corpus; denuncias en el Arzobispado de Tucumán, en la CIDH, en la Nunciatura Apostólica; presentación ante Antonio Bussi, gobernador y luego condenado por genocidio; gestiones ante las embajadas de España y Francia.
 
Todo sin resultado hasta que, 36 años después, se supo que habían sido asesinados. Y previamente vejados y torturados, como lo informa la resolución judicial.
 
El juez federal Daniel Bejas le comunicó a los familiares de la doctora Bustamante que los restos encontrados en una fosa N.N. del pequeño cementerio de Tacanas correspondían a Graciela. Estaban junto a los de Adriana y Horacio. Ahora serán trasladados a Salta, donde serán cremados por decisión de su esposo, Julio Argañaraz, y de su hijo Pablo, que tenía dos años cuando su madre fue secuestrada. Previamente, habrá una misa en la iglesia de San Francisco, en la capital de Tucumán.

El dolor de los primos Cantos se revivió en la Megacausa

Durante la audiencia del viernes se abordó el caso de los primos Anabel, Luis, German Cantos, todos desaparecidos. Testimonios que dieron muestra de dolor e indignación. “no se busca venganza, sino justicia y más que justicia, Verdad”, dijo la testigo María de los Ángeles Petra Cantos.

Angélica del Valle Salado declaró ayer en el marco de la Megacausa Jefatura II – Arsenales II por la causa de María Teresa Sánchez. La testigo es catamarqueña, pese a que el viernes falleció su madre, igualmente quiso declarar y contar lo que sabe sobre el secuestro de su prima, ya que estuvo en noviembre de 1976 cuando secuestraron a María, “le decían 'Mori', era maestra especial, estudiaba psicología. Entraron a las 2 de la madrugada como no estaba se quedaron a esperar hasta que regresó”, contó.

Luego prestó testimonio María Isabel Leal, quien trabajaba cama adentro en la casa de 'Mori'. Ambas coincidieron en que los secuestradores se quedaron hasta las 14 del día siguiente esperando a la víctima. Dos de los secuestradores permanecieron en la casa hasta las 20. María no volvió más.

También declaró, por la misma causa, Homero Alberto Sánchez, hermano de María Teresa'. Él llegó a la casa cuando ya la habían secuestrado.

Analía Cortéz, declaró por la causa Anabel, Luis, German Cantos, dijo que en las Termas encontró, en el parque, a un niño de 1 año y medio solo y llorando. Ese bebé era el hijo de Anabel Cantos que fue secuestrada mientras paseaba con su hijo en Santiago del Estero. Analía dejó al bebé en la policía. Esa noche pasó por su casa un señor que dijo ser el abuelo del bebé, se identificó con el apellido Cantos, era el padre de Anabel que se encuentra desaparecida.

Anabel Cantos, desapareció el 19 de noviembre de 1976 tenía 22 años. Era estudiante de Profesorado de Geografía. Era viuda de Hugo Miguel Caldera, militante del PRT-ERP quien fue muerto por el ejército en el operativo Independencia en febrero de 1975.

Anabel fue secuestrada de su domicilio en Santiago del Estero. Fue vista en el CCD Arsenal de Tucumán en 1977.

También por este caso declaró María de los Ángeles Petra Cantos. Su hermano Germán desapareció previo al secuestro de Anabel, mientras hacía la conscripción. La familia recibió la visita del cura santiagueño Serafín quien les dijo que Germán estaba bien, que estaba en Tucumán. Germán estuvo en Arsenal, allí fue visto por Héctor Justo que al salir habló con su vecina, tía de Germán.

"Vivíamos sintiéndonos hasta nosotros peligroso...era otra forma de desaparecer", expresó María de los Ángeles.

Anabel fue vista en Arsenal por Osvaldo Pérez. María de los Ángeles contó que su padre se entrevistó con el jefe de compañía D'Amico quien le  dijo: "no es la primera vez que me hacen esto". María Cantos dejó claro que “no se busca venganza, sino justicia y más que justicia, Verdad”.

Juan Rubén Cantos, declaró por el caso Luis Cantos, vivían juntos en Buenos Aires.

Luis había militado en el PRT en Tucumán. En Buenos Aires trabajaba con la Iglesia tercermundista. Desapareció el 22 de abril de 1977, a los 22 años. Fue secuestrado de su domicilio en Capital junto a Juan Rafael. Fue llevado a Tucumán donde fue visto por el sobreviviente Juan Martín en el C.C.D. Arsenal de Tucumán.

Juan Rubén estaba en el departamento cuando secuestraron a Luis. "Estábamos todos los que vivíamos en el departamento, éramos 5, a todos nos subieron en baúles de autos, nos llevaron a un lugar y nos torturaron. Escuché los gritos de Luis. A mi me dijeron ‘si alguna vez vuelves aquí no sales más’”. Supo que a Luis lo trasladaron en un auto de la SIDE

Juan Cantos es hermano de Anabel. La familia Cantos recibía información que los secuestrados estaban bien, en Tucumán, que 'estaban para salir'.

El testigo Pérez, quien ya declaró, les comentó que un par de gendarmes sacaban cartas del Arsenal. Les dijo también que esos gendarmes, cuando fueron descubiertos, desaparecieron.

En el 2007 supo de la declaración de un gendarme que participó en el secuestro, interrogatorio y fusilamiento de algunos santiagueños. Entre los secuestrados que identificó el integrante la fuerza de seguridad estaba Anabel Cantos, estudiante de geografía, de 20 años.

Antes de finalizar la audiencia el imputado Moore pidió ser tratado al hospital militar, oponiéndose a lo decidido por el Ministerio de Defensa. Dijo que sufre de Parkinson debido al stress de su situación (la de imputado). Mismo pedido hizo Valdivieso.

Fuente: Tucuman Hoy