domingo, 14 de abril de 2013

Arsenales II -Reconocimiento in situ del espacio del horror

Volvieron a la sala de torturas en la ex Jefatura
Cinco testigos-víctima de la causa por delitos de lesa humanidad participaron de una inspección en el centro clandestino de detención. Los participantes recordaron cómo estaba organizado físicamente el espacio donde fueron torturados e interrogados y donde permanecieron detenidos
HUELLAS DEL HORROR. En el actual estacionamiento de la ex Jefatura, Soldati reconoció los restos de ladrillos del pasillo donde estaban las celdas.
Donde antes había calabozos ínfimos, ahora se estacionan vehículos. Justo donde estaba la "parrilla" -ese camastro metálico pergeñado para aplicar la picana eléctrica- se ubican hoy un par de escritorios. El despacho de Roberto "El Tuerto" Albornoz estuvo primero por aquí y luego, un poco más allá. En el suelo sobre el que hay estantes cargados con biblioratos y pequeñas oficinas, se acomodaban hace más de 30 años los cuerpos todavía temblorosos por las torturas.

El edificio de la ex Jefatura de Policía (Junín y Santa Fe) albergó el centro clandestino de detención urbano más grande de la provincia durante el terrorismo de estado. Ayer, cinco testigos-víctimas de la megacausa "Arsenales II-Jefatura II", que intenta dilucidar los crímenes de lesa humanidad cometidos allí, recorrieron el lugar. Acompañados de los jueces (Carlos Jiménez Montilla, Gabriel Casas, Juan Carlos Reynaga y Hugo Cataldi), de los fiscales (Leopoldo Peralta Palma, Patricio Rovira y Pablo Camuña) y de los abogados querellantes y defensores, participaron de una inspección ocular que será una prueba clave en el juicio. Los ex policías y ex militares imputados, en tanto, no quisieron concurrir. Juan Fote, Raúl Elías, Carlos Soldati, Oscar Conte y Luis Gallardo recorrieron las instalaciones donde hoy funcionan dependencias del Ministerio de Educación. Revivieron el horror, pero eso nos les impidió coincidir en detalles precisos de cómo era físicamente y cómo estaba organizado el sitio. Fote fue secuestrado en 1975; Elías y Soldati en 1976 y Conte y Gallardo en 1977.

El sector donde había más de una docena de celdas individuales (sobre calle Santa Fe) fue demolido, pero en el piso aún pueden verse los esqueletos del pasillo que las separaba y de las paredes que las dividían. Rovira confirmó que en la parte que sigue en pie, los declarantes reconocieron la entrada, un salón que funcionaba como calabozo comunitario, la sala de tortura, un baño del que los captores sacaban agua para mojarlos y luego aplicarles descargas eléctricas y la oficina de Albornoz. "Uno ve un expediente, pero cuando las partes del proceso vienen y hacen vivo el recuerdo y reconocen los espacios es una prueba irrefutable y convincente", valoró.

La querellante Laura Figueroa recordó que la última vez que se había hecho el procedimiento en el lugar fue en el marco de la causa "Jefatura I" (2010). Lamentó que el edificio o parte de él no se preserve como un sitio para la memoria.

El secretario del Tribunal, Mariano García Zavalía, por su parte, adelantó que la semana que viene se tomarían los primeros testimonios de los casos del centro de exterminio del Arsenal y que luego allí también se hará una inspección ocular.

"Transporte de carne"


"Me torturaron aquí". "Me golpearon tanto que no podía caminar. Por ese patio me llevaban entre dos agentes". "Me acuerdo de estos escalones, estaba vendado y me tropecé con ellos". "Me subí al hombro de mi compañero de celda y por un ventiluz vi la calle Santa Fe". Las frases de los testigos formaron imágenes y generaron escalofríos. Contaron que los operativos tras los que llegaban o se llevaban detenidos se hacían bajo el amparo de la oscuridad de la noche. También las torturas. Coincidieron en que los alaridos y llantos de hombres y mujeres cortaban el silencio.

"¿Que si me torturaron? En la espalda tengo cicatrices de 19 quemaduras". Gallardo era presidente de la Juventud Peronista y sufrió cuatro detenciones. "Me responsabilizaban de cuanto ocurría. Primero, de la voladura del avión Hércules y después, de los crímenes más inverosímiles. En la mesa de conducción había dos dirigentes cercanos a Montoneros, debe ser por eso", consignó luego de que terminó la medida. Aún no se explica cómo está vivo. Sucede que la última vez que lo "chuparon" estuvo un día en el lugar. "A los que nos consideraban más 'peligrosos' los dueños de la vida y la muerte nos llevaban al Arsenal. Irónicamente, me trasladaron en un camión que decía 'Transporte de Carnes'. Había dos vehículos y dos filas de detenidos. Luego, supe que uno era para los que irían a DF (Destino Final) y los otros, serían liberados. Yo tenía el número 9. Estaba en la primera cola. Por error, me cambiaron a la segunda", recordó. Afirmo que al otro día allanaron su casa, pero él ya había escapado. Su derrotero -y los de otros testigos- dan cuenta de las características del circuito represivo y de la interacción entre centros clandestinos. Para los acusadores, la Jefatura fue un espacio de tránsito en el que las personas eran torturadas para obtener información que serviría para generar nuevas detenciones. Luego, un organismo de inteligencia decidía el destino. Si bien no era un sitio de exterminio, allí se habrían producido muertes por los castigos físicos.

Soldati permaneció 10 días en la Jefatura. Sus hermanos Berta y Luis Alberto están desaparecidos. Con la voz quebrada, concluyó: "volver implica una serie de sacudones y estremecimientos en el alma. Siempre me llamó la atención que estuviera tan cerca del microcentro. Por la ventana me llegaban las voces de la gente que caminaba por la vereda. Ahí estaba la vida, nosotros estábamos del otro lado".

El CCD, según la Justicia

Desde principio de la década del 70', la Jefatura de Policía funcionó como un centro urbano clandestino de detenciones.
De acuerdo con la investigación judicial, el centro estaba entonces controlado por mandos del Ejército y de la Policía provincial.

Había unas 50 personas, miembros del Servicio de Información Confidencial (SIC). Una estructura (no formal) de inteligencia.

El SIC e inteligencia de otras fuerzas decidían detenciones. También era responsable de las "patotas" que secuestraban.
Según los testimonios, la Jefatura tenía dos grandes áreas: una de interrogatorios y torturas y otra, donde estaban los de calabozos. 
Dentro del circuito represivo, era un lugar de paso. De allí, se trasladaba a los detenidos a otros centros.

Fuente: La Gaceta

viernes, 12 de abril de 2013

ArsenalesII: A los detenidos en el Arsenal los hacían cavar sus propias fosas, relata un testigo

Los rostros de la ausencia 
Hay más de 40 imputados por tormentos, secuestros y homicidios, entre 1975 y 1983.
 
A las 9.30 comenzó la 17a audiencia de 2013 del juicio conocido como Megacausa Arsenales II - Jefatura II, que se sustancia en el Tribunal Oral Federal de Tucumán. En la causa están imputadas, por secuestros, torturas, homicidios, violación de domicilio, torturas seguidas de muerte, 41 personas, entre las cuales hay dos mujeres, un civil y un sacerdote.

Se trata de casos que implican a más de 200 víctimas y por lo tanto comprende a unos 600 testigos.

Está cortado el tránsito en Chacabuco, en la esquina de 24 de Septiembre, aunque se puede circular por Crisóstomo Alvarez.

El primer testigo del día es Valentín Mario González, ex obrero del Ingenio Ñuñorco. Cuando se le leyó la fórmula de rigor, en la que se pregunta al testigo si "es amigo, enemigo, deudor o acreedor" de alguno de los imputados, González respondió: "Soy enemigo de los que me han torturado, pero eso no me impide decir la verdad, como lo vengo haciendo desde hace 37 años".

El señor González relató las torturas a las que fue sometido. "Me ponían cables en los dedos y en los genitales y me pasaban corriente", contó, ante los jueces del TOF. También, que le hicieron cavar fosas donde luego se arrojaban cadáveres y se los quemaba: "'Ahí vas a ir vos', me dijeron"

"Me dijeron: (Antonio Domingo) Bussi les da el primer tiro, después se los tira, se les echa aceite, se los quema un poco y se los tapa", contó. Cuando lo liberaron, lo dejaron atado y con la amenaza de no moverse durante una hora, o lo fusilarían.

Luego, declaró Berta Lucía Moya, que estaba con Luisa Ana Ibáñez cuando la secuestraron.

Blanca Martínez, la siguiente testigo, juró "por los 30.000 desaparecidos, por Norma Nassif (cuyo secuestro presenció), por las persecuciones que recibió y por la Patria". También habló de Angel Manfredi y de Ana María Sosa, todos ellos militantes del Partido Comunista Revolucionario, detenidos desaparecidos.

Juan Carlos Castro testificó por la causa de su padre, Carlos Castro, policía en la comisaría de Monteros. Castro (h), que también fue detenido, recuerda que su madre supo que el padre estuvo en la Brigada y luego pasó a Jefatura. LA GACETA

sábado, 6 de abril de 2013

Tal vez no sepamos nunca.... de Ricardo Salinas a su hermano Alfredo (ambos detenidos desaparecidos)

Este hermoso poema fue leído en la audiencia de ayer por Julia Salinas. Lo escribió Ricardo Salinas en 1976 dedicado a su hermano Alfredo, que había desaparecido en 1975. Un año después Ricardo y su pareja Silvana a su vez fueron secuestrados y desaparecidos.

 Imposible permanecer indiferente.

Tal vez no sepamos nunca
qué fue lo último que viste.
Quizás un nogal centenario,
... enardecido en la selva.
Quizás el sol milenario, arriba de todo.
Quizás el negro monstruoso
de la venda en los ojos de los torturados.
Tal vez no sepamos nunca
exactamente a qué hora,
qué día,
bajo qué lluvia.
Pero sí sabemos, hermano,
que en la punta derecha
del banco de carpintero,
hay un pedazo de tu risa
bailoteando, como si nada,
con el pasodoble del serrucho.

Yo conservo intacta tu mirada
y afilado en el taller
está el canto de tu silencio.
Aunque ellos tengan,
Dios sabe dónde, tu cadáver.
Yo me he quedado con tu risa,
y abrazada al fuego casi loco,
es nuestra tu alegría.

Megacausa Jefatura II - Arsenales II "Mi padre vio a Dardo Molina en la ex Brigada"

Las audiencias se reabrirán el jueves 11 de abril.

Expresó el testigo Saúl Ibañez. Su padre, que también era letrado, pudo acceder al edificio de la ex Brigada y vio al entornes vicegobernador. También son continuó con la causa Cerviño.

El juicio por la Megacausa Jefatura II – Arsenales II avanza sin dejar de conmover. Los testimonios continuaron el viernes

El primer testigo fue Ramón Cerviño, quien fue secuestrado, junto a su hermano Pedro, (quien declaró ayer), en Lastenia.

Los hermanos fueron secuestrados el 8 de febrero del 77, cuando regresaban de su trabajo, en la Empresa Industrias Refractarias del Norte S.A. en Lastenia, en su auto AMI 8. Al llegar a la Banda del Río Salí los interceptó un Peugeot 504. Cuatro personas armadas, vestidas de civil, los obligaron a bajar del auto y los introdujeron por la fuerza en el asiento trasero del Peugeot, donde los llevaron agachados hasta el CCD de Jefatura de Policía.

Pedro Antonio Cerviño compartió cautiverio con Azucena Nélida de Forti, Pedro Corroto, Ricardo Salinas y su mujer, Griselda Ponce y una señora Margarita. El 7 de marzo de 1977 fue trasladado a la Brigada de Investigaciones de la Policía de Tucumán y sometido a tormentos. Recibió amenazas de muerte sobre su familia, que se materializaron con el posterior secuestro de su madre, Matilde Palmieri de Cerviño.

José Ramón Cerviño estuvo detenido en el CCD de Jefatura de Policía por dos o tres semanas, durante las cuales también fue torturado. Luego lo liberaron y le dieron prisión domiciliaria.

Ambos fueron sometidos a un Consejo de Guerra, en la V° Brigada de Infantería, el cual fue presidido por el entonces teniente coronel Jorge Carmen Rafael Montero. A Pedro Cerviño lo condenaron a 14 años de prisión por el delito de asociación ilícita calificada en base a una declaración falsa que le hicieron firmar. A José Ramón lo absolvieron. En marzo de 1977 fue trasladado al penal de Villa Urquiza y posteriormente a Sierra Chica donde fue liberado en diciembre de 1982.

En Jefatura “no había nombres. Yo era 200. Sólo hablé con el 116, un joven que me ayudaba a ir al baño', dijo Cerviño en su testimonio.

Los Cerviño tienen dos hermanas secuestradas (una desaparecida y otra identificada). Su madre también fue llevada a un Centro Clandestino de Detención (CCD). Del secuestro de una de ellas se enteraron por una foto en un diario. "Vimos en 'Clarín' la foto de mis sobrinas. Decía que estaban abandonadas. Supimos que habían matado a mi hermana', contó.

“El tribunal de guerra sentenció a mi hermano a 14 años por una supuesta granada que llevaba en el auto. A mí me absolvieron", relató, y agregó que el entonces capellán de la Policía, Jose Padilla, lo ayudó a escapar y a ocultarse "hasta que pasó el peligro".

"Cuando te pasaban estas cosas (detenciones) quedabas marcado. Tus familiares cruzaban de vereda", agregó.

Luego, prestó declaración Eduardo Gerez, ex administrador del ingenio Ñuñorco. El hombre explicó que esa fábrica era como una gran cooperativa y que ese tipo de organización parecía "preocupar" a los militares. De acuerdo con su versión, sólo hubo un trabajador secuestrado y detalló que hicieron gestiones para que fuera liberado. En la causa hay varias víctimas que eran empleados y que permanecen desaparecidas.

Después declaró el abogado Saúl Ibañez. Su padre, que también era letrado, pudo acceder al edificio de la ex Brigada. Como había interpuesto recursos por detenidos y contaba con contactos judiciales y militares, le permitieron ingresar para reconocer si entre "muchos cuerpos" estaba el de la persona que buscaba. "Fue en el 76. Estuvo acompañado por Antonio Domingo Bussi. Me contó que en la planta alta había unos piletones en una habitación y que ahí estaban los cadáveres. Había más en otra habitación. Cuando estaban por retirarse escuchó un grito que venía desde una oficina. Instintivamente abrió la puerta y vio a Dardo Molina, golpeado, bajo un escritorio", recordó. Molina era vicegobernador de la provincia cuando fue secuestrado y permanece desaparecido. Inicialmente, su caso estaba en la megacausa. Pero cayó cuando fueron separados algunos imputados.

En este sentido, su hija, Josefina Molina, militante de Derechos Humanos comentó: “este es un motivo por el cual voy al juicio, no es la primera vez que nombran a mi padre y a mi me sirve mucho ir conociendo dónde estuvo, cómo estuvo y demás.... De eso se trata también, de saber aprovechar los testimonios. Por eso hay que estar en la sala. En mi caso voy a esperar por un juicio de la causa Molina. Por todas las victimas por las que se lleva a cabo éste, no esperen al día de la sentencia (para asistir a las audiencias). Les aseguro, reitero, los testimonios son mas que importantes”.

Fuente: Tucuman Hoy